Siempre hay “Cucos”. Siempre vamos a escuchar hablar de ellos; sobre todo en el ambiente de la pesca y de la pesca con mosca particularmente con mayor frecuencia. Que la boca de tal río, que el lago de no sé dónde o una laguna imposible. Que tenés que usar tal técnica, qué tal otra no sirve, que la mosca debe ser así o asá. Y así van generando mitos, cucos, miedos y falsos sentidos de pertenencia o de élite. Esos que dañan la actividad y revisten de heroísmos apócrifos a pobres ignotos desconocidos carentes de sentido en su vida que buscan a través de hazañas de cotillón quedar en “la historia” Mosquera. Y alejan gente. Buena gente. Que por inexperiencia se terminan creyendo estas cosas.
El caso Sierra de la Ventana es emblemático. Es el “Cuco Escuela” de la pesca con mosca en nuestro país. “Que es imposible, que la mosca debe ser en anzuelo 24, que el tippet triple 8 X y la caña Y y la línea Z”. “Que no existen más. Que las mataron. Que son chicas. Que son radiactivas y no sé qué más”. Ojo, yo compré. Por eso no me quería ni arrimar.
Sin entrar en detalles aburridos, las truchas de Sierra de la Ventana, en el Partido de Tornquist, fueron las primeras en ser sembradas en nuestro país hace más de 110 años. Y el mito 1 es que “saben leer y escribir”. Algunos además le agregan un “porque hace mucho que están ahí”. Simplemente son peces adaptados a ambientes, micro ambientes, pequeños, con caudales inestables, muy trabados o irregulares. Esos ambientes han condicionado de tal forma su percepción que son especialistas en camuflaje extremo y detentan una agudeza en su vista envidiable, así también como en su línea lateral. Es decir, LO MISMO QUE HACE CUALQUIER ESPECIE PARA SOBREVIVIR. No hacen nada diferente. Se adaptan y prosperan. Fin. Tenemos de este tipo de conductas en salmónidos en casi todas las partes del país donde están presentes. También en peces tan criollos como el Dorado. No es que son más selectivas o esquivas que otras, simplemente están queriendo sobrevivir. Hacen su trabajo. Nosotros tenemos que hacer el nuestro para pescarlas.
El comienzo del fin
Desde hace unos meses, el querido amigo Juani, nos hizo la invitación de ir, conocer y ver cómo era la cosa. Pero hace unos días “activamos” el plan con Felipe y en menos de lo esperado estábamos ahí. Antes lo típico: que caña, que línea, que mosca y todas esas cosas. Teníamos poco tiempo, yo no me iba a poner a atar, menos en anzuelo 24. Iba con lo puesto. Juani nos iba a asistir con esos detalles, nosotros con que lleváramos las botas de goma alcanzaba. Y así salimos una madrugada, con algunas cositas para pescarlas y ver qué onda. El baúl lleno de cucos.
El ambiente
Para aquellos que buscan la típica nota con el kilómetro exacto del camino por donde entrar, como se llama el paisano amigo, cuánto vale el vaso de coca y/o el nombre del curso de agua, va un SPOILER grande como un rancho: POR ACÁ NO ES. No van a encontrar NADA de eso. Gracias. Vuelvan pronto. Estos pequeños arroyos son lugares muy especiales. Corren sobre orillas que van cambiando entre tapizados de vegetación baja, grandes árboles, barranquitas, playas de piedras y con montones de pajaritos espías que se van moviendo a la par tuya. El ruidito del agua corriendo le pone la música ambiente y uno tiene que ir dando pasos muy tranquilos para evitar espantar a los peces. El agua corre formando pozones, correderas, flats, canales, pequeñas cascadas, etc. Digamos que son mini ríos con mini estructuras y la velocidad va variando según esos accidentes geográficos. Los peces están. No hay gran cantidad por varios factores, pero prestando atención los podemos ver camuflándose de manera perfecta.
La pesca
El plan estaba armado; iríamos primero a un sector más trabado, pequeño y luego a un espacio más abierto. Así, con eso en mente, caminamos el arroyo a los pies de una sierra bellísima con un micro clima especial. La charla mientras uno se cambia y prepara los equipos, sirvió para que Juani nos quitara varios mitos. Mito 2 muerto. “Solo toman ninfitas atadas en anzuelo 24.000 con seda de mariposas albinas de las Islas Galápagos”. Cañas armadas, STREAMERS al final del tippet y a la cancha. La jugada era ir barriendo con tiros muy certeros en espacios cerrados por vegetación, cada rincón de los micro pozones que se forman. Modo ninja, tiros de arco, meter el back cast entre ramas, caminar como gacelas y muchas otras magias más. Nunca pesqué tanto tiempo arrodillado. Realmente muy divertido, técnico, desafiante. Tenías que pensar muy bien lo que hacías. Pero no era imposible.
A medida que ganábamos confianza y el sol empezaba a calentar, pudimos ver que estaban activas y ubicadas en lugares muy típicos. Las oportunidades son pocas, por eso hay que estar atentos y hacer todo bien. Utilizamos cañas 3 y 4 de 9 pies con torpedos cortos que permitieron hacer cargas rápidas y tiros de arco de manera sencilla. Leaders de 7 pies terminados en 3x con pequeños streamers al final. Caminando lento, mirando, pensando en cada lugar y haciendo solo dos o tres tiros y a moverse. Haciendo todas esas cositas de pescar en modo ninja y pensando bien cada tiro, visualizo una barranca que terminaba en un pozón. Fe ciega. Así que arranco a pescarla unos metros antes con el objetivo puesto en la zona más profunda. Al llegar ahí, justo aparecen Feli y Juani. Hablando en voz bajita, todos coincidíamos que ahí abajo tenía que estar el monstruo esperando.
Tiro, pasa y… nada. Repito el tiro, se engancha apenas sobre el barrito de la otra orilla y tenso para zafar y empezar a derivar sobre el pozo, cuando entra en la zona buena, muevo y ¡PUM! siento la tensión de la mordida firme y clavo con mucha sutileza. Arranca la pelea y también una lluvia helada que nos abrazó de sorpresa. La línea que se tensa, empieza a correr y a hacer todos esos malabares para soltarse. Cuando la tuvimos cerca fue un grito unánime “¡es un monstruo!”. La trucha seguía peleando, yo moviendo la caña con mucha sutileza entre ramas sin perder la tensión y sin darle ninguna ventaja. Unos minutos más tarde Juani la tenía en el copo. Y nosotros una felicidad inexplicable. Yo tenía tanta que me metí al agua olvidándome que andaba de botas de goma y no con waders. El agua helada que corría por la pierna fue como un pequeño recordatorio de qué hay que tener mucho cuidado al aire libre y en lugares tan alejados, una jodita de estas te deja como mínimo una gripe si no estás preparado correctamente. Por supuesto yo tengo algunos añitos mandándome cagadas así que tenía medias extras, una toalla de mano y el vehículo cerca para ir a cambiarme y ponerme a resguardo.
La trucha, volvamos a la trucha. Un macho muy bonito, con coloración de fresa y muy saludable. La verdad no me esperaba ese tamaño y mucho menos esos colores. Una grata sorpresa. Siempre en el agua, dentro del copo, cámara lista, y a levantarla rápido para las fotos. Luego al copo, recuperarla y soltarla con una entereza y vitalidad envidiable. Los tres festejamos como niños. Esas cosas que los que no pescan, jamás entenderían. Yo me volví a la camioneta, bajo una lluvia torrencial helada y una sonrisa imborrable mirando las sierras. Ya estaba. Me había pescado una trucha impresionante, con genética de las primeras que trajeron a estos lares, pescando con mucho cuidado y rodeado de amigos. ¿Qué más?
Luego el almuerzo de rigor, un guiso de carne, chorizo, salchichas alemanas, panceta, verduras y un susto de lentejas. Era como las truchas en los arroyos, tenías que buscarlas. Una preciosura. Manjar que disfrutamos bajo la lluvia, las risas y el vinito.
La tarde
Luego de que nos corriera la lluvia nos fuimos hacia otro sector. Uno muy conocido. Fin de la descripción. Tardamos unos 3’ de reloj para ver las primeras patrullando. Una locura. Mito 3 muerto. “No hay más truchas”. Están, y en tamaños que sorprenden. Agua súper clara, truchas buscando comida y un lugar con una paz absurda. Ahí si la cosa se ponía más áspera y había que utilizar otras técnicas y moscas. Lamentablemente no tuvimos suerte para pescar, pero si para aprender. Fue de las mejores tardes, a la hora de aprender cosas de un ambiente, que recuerde. Yo me fui masticándolas a todas y pensando justamente en esto: CONTARLO. Porque en un día había matado más mitos y aprendido más cosas de las que sospechaba. El regreso al búnker, la charla, la cena y las bebidas espirituosas a la noche. Que cosa linda pescar con amigos.
Día D
La cosa pintaba fiero. Teníamos un ratito de pesca antes del regreso y fuimos a la seguro. Donde habíamos terminado la tarde anterior íbamos a ir a intentar engañar alguna. Pensando lo del día anterior, viendo cómo era la cosa, el comportamiento alimenticio, etc, íbamos a romper el molde con la técnica; nada de micro ultra ninfitas ni líneas de tal o cual perfil. Cañas de 10 pies y leader francés con algo de magia y ninfas en 14 que se usan para los estilos europeos. Caminata en modo ninja de por medio, varias oportunidades desperdiciadas y el clima que nos volvía a jugar una mala pasada. La lluvia imposibilitaba verlas. Pero de pronto y como si los Dioses del Olimpo Mosquero nos vieran desahuciados, un rayo de Sol permitió que Juani viera una muy buena, que luego se transformó en otra, y otras, y otra más buena que la anterior y más, y otra y era una autopista de truchas que iban y venían peleándose, comiendo, jugando carreras, ¡con de todo! Momentos únicos que ponen a prueba el temple de cualquier mortal. Hay que tener paciencia, pensar bien y ejecutar a todo o nada.
En una de esas oportunidades, veo una que estaba remontando y comiendo. Adelanto el tiro, le pasa por adelante la Ninfa, la mira, y sigue. Lejos de bajar la guardia vuelvo a hacerle un cast quirúrgico que cae delante y la trucha no duda en tomar. Mi upite era una enciclopedia de preguntas. Una biblioteca dirían algunos amigos con mucha maldad. Clavo con la delicadeza de tener un 5x y miles de posibilidades de corte representadas por lajas, piedras, ramas, algas y de todo tipo de obstáculos. La trucha corrió hacia abajo y empezó a sacar hilo. La dejé correr, la apuré en algunas partes para evitar enganches, pensé, hice trabajar la acción y con la ayuda de mis amigos, unos minutos después, logramos meterla en el copo. Otro grito y los saludos de rigor. Un hermoso macho, con colores muy vivos y nuevamente una vitalidad asombrosa. De vuelta al agua, a su mundo y yo con una alegría enorme. El lugar era zona de guerra. No quedaban ni las burbujas en el agua. Se habían mandado a rajar todas las truchas. Era obvio. Lentamente emprendimos la caminata de regreso. La charla sentados en la caja de la camioneta y los de miga que iban bajando cocucha helada de por medio.
¡Que lindo pescar con amigos! Ya lo dije ¿no?
Salida reveladora. Con un CRACK de la vida y de la pesca como Juani y por supuesto uno de mis grandes compañeros de aventuras de la APPM, Felipe.
Asesinos de cucos y cazadores de mitos
Bastaron menos de 48hs para tirar por la ventana una cantidad inmensa de mitos y dichos que se repiten hasta el hartazgo sobre la pesca en las Sierras. Realmente nunca voy a entender con qué necesidad revisten de tanta mística y misterio a algunos lugares y situaciones de la pesca con mosca en Argentina. Como si esa épica los hiciera superiores al resto de los mortales. A ver, no digo que sea fácil, ni nada por el estilo, simplemente quisiera quitarle el circo y el dramatismo que le han puesto. Truchas hay, varias, no sé si las suficientes o no. Pero están y son pescables si uno hace las cosas que tiene que hacer. ¿Antes había más? Ni idea. Los relatadores nostálgicos dicen que si y culpan a “los orkos” por la disminución de las mismas. Yo me pregunto ¿qué hicieron ellos para que eso no sucediera, de qué manera se involucraron y como ayudaron a los locales para que se cuidara más? Héroes de pico, pero sin pala. TODOS los ambientes de pesca en nuestro país están en peligro, sin importar la especie que los habite o la modalidad con que se los pesque. La desidia, la falta de educación, de conciencia medio ambiental y la acción directa del hombre, degradan nuestros cursos de agua con una velocidad que asusta. El cuco más grande que tiene la pesca somos nosotros mismos como especie. El cuco al que le tenemos que temer es a una botella de plástico tirada en una orilla. La pesca es pesca. Por eso no te compres esos relatos fantásticos de épocas pasadas, salí a pescar, hacé tu camino, disfrutá y aprendé respetando nuestros ecosistemas y colaborando con aquellos que ayudan a mantenerlos sanos.
Porque como dicen los amigos de la APDL, los ríos no tienen dueños, pero si quienes los defiendan.
M.M.d.l.C.
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