Se habla mucho de marcas, de acciones, de que si son de módulo no sé cuanto, que si la resina, que el grafito cósmico, que la garantía cuántica, que el número, que si es buena, que si sirve para tal cosa y bla. Muchos de ustedes me escriben, me piden consejos, opiniones, que si hacen una cosa, que si hacen otra. El 1% “me da bola”, el otro 99% hace lo que se le canta. ¿Y saben por qué? Por capricho. Simple. Se ciegan en tal o cual marca y porque les dijo un amigo que ese amigo es campeón mundial de pesca y porque escuchó qué tal marca es la mejor o porque le gustó el color o el maravilloso “me dijo el dueño del fly” y coso.
Los mosqueros somos especiales. Muy. ¡Y está bien! A ver… ¿porqué tendrían que hacer lo que les diga un 4 de copas? Cómo les digo siempre, es solo mi experiencia y mis sensaciones personales, a fuerza de estudio, de capacitación, práctica, gusto y ni que hablar de pesca. Pero es eso, solo la mía. No es palabra santa. ¿Cuántas cañas probé? Ni idea. A está altura un “más de 200” es mucho y poco a la vez. Pero fueron montones. Algunas duraron en mis manos lo mismo que un pedo en una canasta. Otras se irán al sobretodo de madera conmigo. En el medio, algunas que creía buenas, terminaron no cumpliendo mis expectativas y otras medio pelo me sorprendieron gratamente.
Ahora en serio, ¿cuántos de ustedes saben realmente sobre las capacidades de su caña? ¿Cuántos conocen el límite y el uso real que tiene su caña? La mayoría ni siquiera practica en el pasto. Tienen montones de cañas al pedo creyendo que eso les va a solucionar sus problemas de formación y técnica de casteo. En esto no hay secreto. La pesca con mosca es dinámica, es cambiante, es movimiento puro. Mientras más practiquemos, más pesquemos y pasemos horas con la herramienta, más destreza tendremos. En fin, un pensamiento al aire, ustedes no me hagan caso, o si, pesquen como quieran, ¡pero pesquen!
M.M.d.l.C.