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EL SEGUNDO

Walter, el protagonista de esta historia, es uno de esos grandes amigos que me regaló la pesca con mosca y la Asociación Platense de Pescadores con Mosca. Un tipo hábil para un montón de cosas, pero sobre todo para hacerte reír, pasar buenos momentos con esas pavadas de hombres que solo se entienden entre amigos que pescan: imitar a alguno utilizando su particular voz o hacer “cuentos” que te dejan doblado de la risa. Los amigos lo conocemos como Petete o Pit, pero cuando nos hace calentar lo tratamos de Walter Marcelo, porque debo confesarles, a veces nos saca de nuestras casillas, pero SIEMPRE con humor.

Tenemos varias pescas compartidas en Patagonia, clases de atado y cursos. Por eso, teníamos como pendiente, ir a pescar el Alto Paraná juntos desde hace rato, pero el asunto que nos frenaba era más que nada el de su oficio, si señores, Walter Marcelo, es uno de esos hijos de su buena madre que coloca aires acondicionados (pobre la Betty). Esos seres maquiavélicos que especulan con nuestras necesidades climatológicas y llenan sus bolsillos con dinero arrancado abruptamente de nuestras manos ante los primeros calores. Pero este es de los buenos, de los laburantes que hace años le pone el pecho todos los días para salir adelante. De los serios, de los que saben y son responsables. Un argentino de ley que a través de su trabajo ha progresado y sacado adelante a una familia maravillosa. Gente de bien, de barrio, de códigos, de los que me gustan a mí y elijo para caminar la vida, los que son mis amigos. Pit, además, es un apasionado de las motos, cuida con mucho recelo su Kawasaki y pelea con Lucho y el resto de los motoqueros del grupo cada vez que hay Moto GP.

Pescador de alma, como varios de nosotros, llegó no hace mucho a la APPM, frustrado luego de incursiones patagónicas fallidas, pero enseguida, a fuerza voluntad y estar siempre que se necesita una mano, se ha ganado su lugarcito entre los indispensables, aunque tanto Felipe, su ladero, como el Pelado, digan que “arruinó la Asociación” con su incorporación. Por supuesto, todo en tono de humor. Es curioso, le gusta aprender y mejorar, a veces un tanto vago, pero le pone mucha pila y consulta todo cada vez que vamos a pescar.

Bueno, la cuestión es que enfilamos para el Alto Paraná, en una rauda escapada con Lucho y Fran, personajes que en algún momento también tendrán su protagónico en este blog. La cosa en el Alto estaba difícil, como si nunca lo fuera, pero claramente se nota la merma en el stock de peces y sobre todo de los grandes reproductores que migran hacia esas aguas comenzando con el ritual del desove. Por eso, cada vez que alguno quiere venirse conmigo a pescar, lo alerto de varias cuestiones: primero y principal el casteo, muchachos, hay que PRACTICAR, en serio, no subestimen el esfuerzo físico que se necesita para barrer agua y poder tocar un buen pez allá arriba. Segundo el estado del río y las posibilidades. No puedo venderles falsas esperanzas, porque hay que hacer muchas cosas bien para tener chances y luego, encima, concretarlas. Algunos se entusiasman por demás cuando les comparto por privado las fotos y videos que no hago públicos, pues como suelo comentar, son muchas las horas de pesca que acumulo y de práctica, además de esta extraña conexión que esa porción de río tiene conmigo, que me da la posibilidad de jugar con sus monstruos más seguido que de costumbre para un pescador standard.


Los pibardos

Alertados todos de estas cuestiones, arrancamos, buscando comprender que lugares iban a ser más propicios para que mis amigos pudieran tener su premio. Los primeros días, complicados por el clima y tratando de aprovechar las pocas ventanitas que nos dejó ir al agua, sirvieron para que Pit y Fran pudieran ver lo que había que hacer con la caña y la línea a la hora del casteo, sobre todo que no había necesidad de manejar 200 metros de línea en el aire y “cagarse a palos” con la caña para lograr distancia y precisión, sino que hay más maña que otra cosa, pero deviene de la práctica a conciencia y constante, sino, game over. En algunos momentos pudimos hacerle unos tiros a los omnívoros para que observaran como es esa pesca, que es lo que se debe hacer bien, que es lo que está mal y como detectar los piques más sutiles.

Entre piques errados, que fueron varios, y peces mal clavados, me fui haciendo la idea de donde estaban los peces y cuando valía la pena ir a ciertos lugares para que tuvieran las mejores chances. De estas cuestiones vamos a charlar en otro momento, pues surgió ahí entre todos, la idea, de que compile ciertos “errores” que suelo ver en la lancha y serán motivo de un artículo en algún momento. Pero teníamos un dato muy esperanzador: estaban, solo había que encontrarles la vuelta.


Lapacho

Los días fueron pasando entre algunos omnívoros chicos, con alguna sorpresa y hasta dos cortes de Pacú de los buenos que nos habían ganado entre los palos. Si bien no era la época y el objetivo era otro, pudieron llevarse esa experiencia y sentir que son peces SÚPER picantes que muchas veces dejamos de lado. También aparecieron algunos Doradillos y siguieron los piques mal clavados, dando lugar a la leyenda de “los dos manquitos” que una vez intentaron pescar juntos.

El anteúltimo día, ya con un clima más benévolo, derivando sobre una costa de palos, pescando omnívoros, Pit siente el pique en su línea y clava rápidamente, comenzando su pequeña pelea con lo que sería SU PRIMER DORADO. Un “gurrumín” que se le atrevió al fruto y no dudó en cazarlo. Risas y bromas aparte, el ya tenía su Dorado.

La última noche, tuvimos una charla seria de que cosas debían mejorar para poder tener chances, por eso a la mañana temprano, en el desayuno y con toda la fe del mundo, Francisco se ató una mosca que usarían un rato después. Ya en la lancha, enfilé para el lugar donde sabía que estaban los buenos y entendiendo que había una posibilidad cierta de tener “el dos cifras”. Al navegar, los nervios se apoderaban de los pescadores, quienes lejos de seguir mi consejo de “cero presión, disfruten”, estaban con las pulsaciones a mil.



“LA NEGRA NO ME LO VA A CREER”

Posicionados, comenzando la deriva con el motor eléctrico y dándoles instrucciones de para que lado tirar o como derivar la mosca, mientras espetaba al aire mis famosas frases tranquilizadoras de “si levantas la caña para clavar te pego un tiro en la rodilla” o “el que golpea el fondo de la lancha se cae al río muerto”, fueron barriendo agua, bajo un sol que comenzaba a iluminar el día y una tensión que se sentía en el aire. Enseguida nomás, al pasar una mosca de manera diferente por el lugar, con otra deriva, veo como una ola se va detrás de la mosca de Pit y ¡PUM!, mi cabeza enseguida pensó “¡que no levante la caña por favor!”, él se mantuvo firme, pegó un pequeño saltito al sentir la tensión y clavó primero con la línea y después con la caña hacia atrás sin levantarla, mientras, yo le desenredaba una vueltita de línea que había quedado sobre la manija del reel. La lancha explotó, todos le gritábamos que volviera a clavar firme, cosa que hizo dos veces más hasta que le dije “basta Pit, ya es tuyo”.

La pelea comenzó llevándole línea, hasta el backing, mientras yo maniobraba el eléctrico para sacarlo de la zona complicada y les daba tarea a los muchachos en la lancha, porque cuando se tiene un buen pez y hay tantos, el capitán o guía debe repartir obligaciones o dar órdenes; son momentos en los que, el que está al pedo, molesta. Fran y Lucho sacaban el copo, guardaban cañas sueltas, agarraban pinza, levantaban pata del motor y dejaban todo listo para subirlo, mientras Pit, pasaba desde la proa a la popa para tener más despejado el combate con un pez que ya se empezaba a mostrar y a dar señales de sus “dos cifras”. Algunos saltos, los rezos a los santitos de la pesca para que la mosca no se saliera y los brazos de Pit que temblaban al igual que sus piernas. Verle la cara a un mosquero que tiene por primera vez un pez de esos, es algo difícil de explicar, créanme que la satisfacción puede verse tan clara como el miedo a perderlo.

La zona era “picante” de palos, por lo tanto, fui pidiéndole que ajuste bien el freno, no soltara mucha línea, tuviera siempre tensión, trabajara bien la caña y que tratara de tenerlo él a donde quería y no que hiciera cualquier cosa, que no tuviera miedo, que si estaba bien clavado, ni cable ni leader iban a romperse; las ventajas de pescar como pesco. Celulares en mano, las filmaciones fueron varias, y entre saltos, dedicaciones a varios amigos e improperios, quedaron registrados momentos épicos, al igual que la copeada y la alegría generalizada al meterlo Lucho en nuestro querido copo Huilliche.

Pit temblaba, créanme, era una hojita a merced de la brisa. Apenas si podía mantenerse en pie de la emoción mientras los chicos lo saludaban y yo cámara de fotos en mano, porque hasta eso les tengo que hacer, cortaba con tanta dulzura con un “vamos, vamos que no es un juguete y tiene que volver rápido al agua ese pescado”. Medidas tomadas, fotos, video de la devolución y ahora sí a brindar con la Pachamama con birra y a recuperar a un mosquero que secaba lágrimas de emoción, y no se rían, solo los que pescamos estos peces podemos saber lo que se siente. Todo lo que hay detrás es incalculable en términos de tiempo, de esfuerzo y sacrificio, más allá de lo económico que para quienes somos laburantes de a pie es tremendo. Por eso me puse realmente muy contento con que él sintiera eso.


El Segundo

Pit nos mira, se sonríe y nos dice, “muchachos, mi segundo Dorado, un dos cifras, ahora seré una leyenda en la Asociación al igual que ustedes”; luego remataba con un “díganme que hay fotos y videos porque la Negra no me lo va a creer”. Nosotros nos moríamos de la risa con las ocurrencias de este personaje que no para un segundo con su humor.

Más videos dedicados a amigos, mientras limpiábamos la plataforma y guardábamos las cosas, dando lugar a uno de los videos más “falopas” que se puedan filmar entre amigos, con cargadas y ridiculeces que solo nosotros podemos comprender.

La lancha derivaba lentamente, con apenas cierto control de mi parte con el eléctrico y disfrutando el momento. El sol asomaba ya brillante iluminando los Lapachos de la costa, el río era un espejo maravilloso que reflejaba a la perfección el cielo y las pocas nubes que se resistían a irse, mientras mi cabeza pensaba, imaginaba y recordaba la primera vez que yo tuve un pez de esos entre mis manos, las sensaciones que tuve, las emociones que me llegaron y el fuerte deseo que desde ese momento tuve de que cada uno de mis amigos, esos que comparten la pasión conmigo, tuvieran uno de estos alguna vez en sus vidas del otro lado de la línea.

La salida estaba cubierta. Yo me daba por pago. Fueron días en los que casi no toqué la caña y traté de hacer todo lo posible para que ellos pescaran, como me sucede en los últimos tiempos, pues quienes pescan conmigo son amigos entrañables, de esos que van a estar siempre y destinatarios de ese deseo tan profundo que siento de que tengan la posibilidad de pescar uno de esos DORADAZOS de nuestro querido Alto Paraná Correntino.

M.M.d.l.C.

26 thoughts on “EL SEGUNDO”

  1. Linda nota Los que conocen a Pit saben lo buen tipo que es y que se merece tofo esto, me refiero al dos cifras, a ser un Legend y a un articulo en un blog.

  2. Gracias maty, lucho y Fran…una de las cosas más hermosas que me pasó en la vida…. Aprendo mucho de todos ustedes y de los amigos de la asociación…a disfrutar de esta hermosa vida!!

  3. Que lindo todo amor el Paraná y todo los que nos brindó estos años como decimos siempre es karma y la Pacha algo nos quiere, varios litros de birra le dimos excelente nota amigo como siempre, vamos por muchos más

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