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OTOÑO PATAGÓNICO

INTRO

El Sur argentino siempre tiene un atractivo especial, sobre todo para los que pescamos con mosca. Digamos que, si bien los salmónidos fueron introducidos por primera vez en la Provincia de Buenos Aires, más precisamente en las Sierras de la Ventana, cerca de 1910, el arraigo que tiene la pesca con mosca con la Patagonia es total.

Hoy es muy difícil imaginarnos esos lugares entre los meses de noviembre y mayo, sin pescadores, envueltos en sus trajes de vadeo y blandiendo sus cañas para lograr la tan ansiada presa.

Fuuuaaa parezco la Weekend… pero mejor volvamos a mi estilo: las truchas están hermano, por todas partes, sobre todo bordeando la cordillera de norte a sur y de este a oeste, porque no solo andan por lo que conocemos como “Patagonia” sino que, en Provincias como Mendoza, Tucumán, La Rioja, Salta, Jujuy, Catamarca, San Luis y Córdoba, también. Ni hablar de que siguen poblando la primera zona que habitaron en la provincia de Buenos Aires (recomiendo ver nota al respecto) y capaz en alguna más “NO – PATAGÓNICA” que me esté olvidando.

Ahora, seamos serios, no podemos hablar de salmónidos (truchas) y su pesca, sin antes hacer mención de que son UNA ESPECIE EXÓTICA, INTRODUCIDA E INVASORA. No lo digo yo, lo dice la biología, las ciencias, infinidad de instituciones que se dedican a esto en el mundo y en nuestro país. Nos guste o no, es así. Pasa que el capricho de pescadores que llevamos con nosotros, a veces nos nubla y preferimos no mencionar el tema. Antes quedaba mal decirlo, era como un dogma que “de la sagrada trucha” no se podía decir nada. Algunos pensarán que la sociedad se ha ido “degradando” y por eso ahora se empezó a discutir el origen y la ética de la presencia de la trucha en nuestras aguas y su concebida “pesca y devolución”. Yo les pregunto en serio, ¿tanto subestiman a la sociedad? ¿tan superiores moral e intelectualmente se consideran? ¿en base a qué? La sociedad APRENDIÓ. Te guste a vos o no. La ignorancia es negar lo que la ciencia da por sentado. No tiene nada de purista ser ignorante.

Poner en discusión el “catch and reléase” de las especies exóticas, no es una involución sino un aprendizaje de los errores del pasado para no cometerlos en el futuro. Después podemos discutir cuestiones socio culturales y hasta económicas, pero primero lo primero. Tener un reglamento que las proteja por encima de las especies autóctonas es una ABERRACIÓN. He visto con mis propios ojos como patean Percas en el Correntoso y se las llevan para “chupín” pero a las truchas las acarician más que a la toxi para que los deje ir a pescar; si hasta un beso le dan y todo, a la trucha, porque a la toxi “allá la están besando”, mientras ustedes pescan.

En definitiva, yo no avalo el reglamento actual y no me representa ninguna de las Asociaciones o Instituciones que tienen injerencia en el mismo, porque jamás consultaron con ninguna otra asociación o profesionales de las ciencias sobre la cuestión y es más bien un club de amigos que se reparten el negocio de la pesca con mosca. Lo he dicho muchas veces y por ello me he ganado la enemistad de algunos que viven del negocio de la pesca. No saben lo afectado que estoy, no duermo bien de noche.

Ahora, ¿por qué las devuelvo? Porque dentro de la ley todo, fuera de la ley nada. Me guste o no el reglamento lo respeto, pero si me quisiera llevar una para comer, a pesar de que realmente el pescado me parece lo más insulso del planeta, lo haría sin culpa. Es más, suelo pescar y dárselas a amigos que si las comen ese día a la noche. Repito, si el reglamento me lo permite.

Tenemos que entender que está REPLETO de truchas por todo el país y que jamás las exterminaremos a caña y además no son objeto de pesca comercial con redes, salvo excepciones muy burdas. Si antes había mejores tamaños tiene que ver con la carga biológica y la disponibilidad de alimento y no con la cantidad que se reproducen. Fin. A llorar al truchódromo. Lean, informensé, iluminen sus mentes.


EL REGRESO

Hacía bastante que no pisaba la Patagonia para pescar. Justamente un año y cuatro meses. Quizás el mayor tiempo en los últimos 10 años. Llegué a pasar 30 días de la temporada pescando allí, ya que hacía apertura en noviembre de 12/14 días, luego una visita fugaz en enero/febrero de 6/7 días (la peor época sin dudas), una escapada de 6/7 días en marzo/abril y el cierre otros 6/7 días en mayo. Por ello el reencuentro fue especial, con algo de nostalgia y ansiedad, recordando lugares, situaciones, amigos y momentos, atesorados en el alma, y aunque aún me encuentre en el verano de mi vida, no queda mucho para que yo también ingrese al ocre otoño, en el cual, todas esas vivencias, tendrán otro sentido y un valor más alto al que la inmediatez de lo sucedido le dan ahora.

Me encontré con una Patagonia a la cual no le pasa casi el tiempo en algunos lugares y en otros un avance atroz del ser humano con urbanizaciones y obras que van deteriorando la vista y el ambiente. También con ríos bajos, que no es un problema, pero si con temperaturas altas, las cuales si limitan muchísimo la pesca, que, principalmente, realicé sobre el río Malleo, Chimehuín, Caleufu y un pedacito del Aluminé. Todos en iguales condiciones de aguas bajas y altas temperaturas.


CALEUFU

El día que pesqué el Caleufu, advertí enseguida que no sería sencillo porque el agua estaba más para bañarse que para pescar y eso que yo detesto el modo playa o pileta, no me meto al agua ni loco, imagínense que estaba hasta para hacer vadeo húmedo sin correr riesgo de congelarse, por lo tanto establecí una estrategia en mi cabeza y fui barriendo algunos lugares con la intención de mover alguna marroncita de las lindas que todavía quedan por esos lares.

Caña Visión Nymphmaniac 4 de 10 pies, con una línea de “plástico” del mismo número de torpedo largo, leader de 12 pies y una seca atractora al final del tippet. Esta configuración me permitía vencer un poco el viento que había y proyectar mi mosca hacia adelante sin dificultades río arriba, mientras prospectaba cada rinconcito detrás de piedras y sobre las líneas de comida más clásicas.

Los primeros piques aparecieron a medida que me acercaba a las aguas más oxigenadas, sobre aguas calmas ni una mirada. Así salieron las primeras arcoíris, de varios tamaños y alguna marroncita diminuta tamaño llavero.

Sinceramente estaba para pescar “al hilo” o con líneas de nylon, utilizando diferentes técnicas, pero como estaba en modo “paja”, preferí seguir con ese esquema, aun a sabiendas de que estaba perdiendo la posibilidad de tocar más peces. La importancia que tiene saber de técnicas es vital para saber que hacer, como, donde y cuando. Aunque a veces, incluso con este conocimiento, nos encaprichemos, pero eso ya es otra cosa.

Al llegar a una caída de agua, que formaba un chorro entre las piedras, de mayor velocidad, visibilizo el área en la que suponía estaría una buena, me acomodo y lanzo mi mosca con la fortuna de que cae bastante prolija y enseguida es cazada con brutalidad por una trucha marrón de las lindas, la cual me regala una hermosa pelea entre las piedras, hasta que logro tenerla en el copo y ver sus hermosos colores otoñales. Fotito rápida en mis manos y videíto de su vuelta al agua, pues ya perdí la vanidad de la foto con el pez, no tengo esa devoción que tienen muchos de mis amigos que hacen malabares para sacarse fotos con un llavero de menos de dos kilos y someten al pez a un estrés innecesario.

Solo fueron tres horitas de pesca y luego un poco de turismo por la zona, visitando Casa de Piedra, los Pozones y toda la naciente de un río que es mítico ya de nuestra Patagonia.


MALLEO

Quizás el río más “escuela” que tengamos en nuestro país. Es un manual de la pesca con mosca. Con estructuras calcadas, muy marcadas, infinidad de ellas y con múltiples posibilidades. Si bien las truchas ya no son las de hace unos años y la frase “tamaño Malleo” o más despectivamente “tamaño Malleíto” se hayan hecho populares, siempre depara alguna sorpresa.

Todos debemos tener un lugar predilecto, allí, sin dudas. Y es que hemos ido tantas veces a pescarlo que en cada zona tenemos una anécdota. A mi me fanatiza su parte alta, el Malleo Superior. Me parece sacado de un cuento y además me ha regalado peces demenciales en aguas diminutas.

Esta vez, y por el poco tiempo que disponía, solo pude pescar la zona inferior, es decir desde la Comunidad de Pueblos Originarios hacía la desembocadura, lugar que conozco al detalle y por eso me enfoqué en dos sectores.

El primero, lo comencé a pescar a eso de las 09.00hs y no logré tener ni siquiera un pique. NADA. Absolutamente NADA. El desconcierto era total. Yo me había armado mi Adams XTZ 2 de 10.6 pies y específica para las técnicas de “hilo”. Un arma letal. Créanme que es la caña más agradable de pescar salmónidos que tengo. Es mágica. Engaña con su numeración y permite, no solo pelear peces muy por encima de la media, sino que, además, protege muy bien terminales o tippets muy finitos, pudiendo trabajar con 6x como si fuera algo normal y evitando cortes de todo tipo. El reel que suelo asociarle es el Visión Nymphmaniac, de marco completo, ideal para estás técnicas y con un freno espectacular.

La cuestión es que intenté con diferentes opciones de hilo, new zealand, tándem seca ninfa, micro streamers y otras cosas, pero no logré mover NI UNA. El reloj marcaba las 12.00hs del mediodía. Ni en tu peor pesadilla no tocas una sola trucha, en el Malleo, en tres horas. No lograba entrar en mi cabeza la situación.

Uno llega al río con lo que tiene, ahí, en el momento, no aprendes nada, es después, si logras tener la capacidad de análisis, que podés lograr comprender algunas cosas y ensayar una explicación. Hoy, con el diario del lunes, les puedo decir que la zona no era apta para ese momento del día, el calor y la escasa agua. Mal elegido el lugar, por capricho o quizás desconocimiento. Se aprende, no se repite.

Pasado el mediodía, decidí moverme hacía otra zona y cambiar la estrategia, volviendo a la mosca seca y la caña 4. Más allá de algunos ataques fallidos, seguía sin suerte. Comenzando a subir el río, divisé un canal más profundo y oxigenado, luego de una corredera en curva, ni más ni menos que un pequeño pozón.

Cambio nuevamente de estrategia y, utilizando el new zealand, para pendular mis ninfas de manera más tentadora, comienzo a tener resultados. Si bien los primeros piques eran bastante tímidos, un pequeño ajuste, muy imperceptible de peso en las ninfas, hizo que comenzaran a tomarlas de manera decidida y sin titubear. Primero aparecieron las más chicas y luego fue una seguidilla de buenas arcoíris y marrones que daban peleas espectaculares. Tanta es la efectividad del sistema que literal podía verlas bajo el agua y contar cuantas había hasta moverlas a todas. Es un delivery de comida infalible. El cuerpo ya se sentía distinto. En menos de 20’ había sacado más de 15 truchas de todos los tamaños y solo había caminado 30 metros. Podría haber continuado “molestando” en la cabeza del pozón pero ya me había dado por satisfecho, por lo tanto me llegué hasta la confluencia con el Aluminé para intentar otras cositas. El Malleo, ya me había cumplido.


ALUMINÉ

Estando el agua tan baja, se podía cruzar la confluencia de manera sencilla, cosa que efectivamente hice y me alejé un buen rato para pescar los pozones de más abajo con secas atractoras, moviendo varias arcoíris y alguna marroncita mediana.

A medida que fui subiendo, nuevamente hacia la confluencia, y ya con la cuota cumplida y la ansiedad por el piso, me puse a jugar con el equipo de hilo y los micro streamers. Que cosa más maravillosa, que manera de mover pescado y de los buenos. Es letal. Pero hay que saber cuales sirven y cuales son una porquería para eso. Veo muchas cochinadas en Instagram pero pocas sirven.

Al regresar a la juntura de aguas de ambos ríos, me concentré en las aguas rotas que se generaban y logré mover varias truchas más con el new zealand, también ajustando pesos, hasta que finalmente y en la punta de la V que se formaba entre los ríos, pinché una marrón que me obligó a cruzarme por delante de tres pescadores que estaban en el pozón de abajo pescando con secas. Pedidos de disculpas mediante y la cara de sorpresa de esos muchachos, que veían como yo no paraba de correr en el agua y la trucha que parecía que no se iba a frenar hasta el Limay. Recién a mitad del pozo y luego de una larga pelea, logré arrimarla, meterla en el copo y soltarla enseguida.

El día estaba más que hecho, por lo que me dispuse a regresar pateando piedritas y pensando en como me había aleccionado durante toda la mañana y luego en un ratito me había dado muchas capturas y de las buenas.


CHIMEHUÍN

El mítico, la catedral, el no sé que cosa más. Un río, con truchas. El resto es parte de las fábulas y cuentos que alejan pescadores, parte del “bullying” de la pesca con mosca que divide las aguas entre “popes” y “orkos”, como si tuvieran algún privilegio extra sobre el resto. Verso. Nunca me la creí, aunque he contado que en algún momento me mantuvieron a raya de esas aguas por temor a “cometer errores” y ser juzgado frente a un jurado de notables en peluca y mandado a la hoguera en la cual no se ahúman truchas ni se cuecen habas.

¿La historia corta? Fuimos con un amigo. Le pescamos la boca como unos campeones. Comimos torta de ricota y strudel de manzana con jugo de naranja del pico. Nos volvimos. Y no eran ni las 13.00hs. Fin. Si con eso no te alcanza va la historia completa.

Con Juanchi, que también estaba de paseo por esos lares, veníamos hablando de hacerle una pasada a la boca del Chime. El con una pata menos por un esguince, no podía caminar demasiado. Así que buscamos el día con más rosca y pronóstico de tormenta de la semana y le metimos.

Elegido el día y coordinado la noche anterior el horario, el hijo de su buena mamá, me hizo esperarlo más de una hora, pues se había “quedado dormido”, así que el día ya arrancó con menos tiempo de pesca que el esperado. En el camino mirábamos el cielo y no habían ni noticias del viento ni de la lluvia.

Una parada técnica en la panadería de Junín y a encarar el ripio, pues por alguna razón no terminan el camino de asfalto hasta el puente pero permiten la instalación de barrios completos con liberación de desechos sobre el río. No sé. Sin remate. Argentina papá.

Una vez en la boca, nos acomodamos el equipo de vadeo y seteamos las cañas. Yo iría con mi Loop 7x 5 de 10 pies y un micro skagit mientras que Juanchi azotaría el agua con su caña de dos manos.

Una pasada bien por la boca, unos piques tímidos y algunas truchitas suicidas que se enganchaban. El agua estaba super cálida, con muchas algas y algo estancada, lenta. La primera parte no tenía pinta así que fuimos bajando hacia el puente, donde aparecieron primero en mi caña una linda marrón de pelea un tanto sosa y luego una hermosa marrón casi debajo del puente para el látigo mágico de Juanchi. Un rato de pesca después, algunos piques fallidos y la apertura del anzuelo en la mosca tubo de mi coequiper que no paraba de autoflagelarse por utilizar anzuelos pedorros en donde no corresponde.

Le pesca se había hecho, era un ratito nomás y nos habíamos sacado las ganas de mover pescado y hasta algunos de los buenos. Torta de ricota, strudel, jugo. El regreso cantando cumbia a los gritos, infaltable.


CIERRE

Pocos días de pesca, para una nueva aventura sureña, con las truchitas y disfrutando un poco de la vida, ya que no era 100% de pesca y me dediqué a comer y a tomar un poco de juguito de uva para maridar el alma.

La Patagonia estaba linda, le faltaba un poco de frío, pero las truchas están, y si bien me costó un poco un día dar con ellas, eso me demuestra que estar preparado, tener las herramientas necesarias y estar capacitado para usarlas, es lo mejor que uno puede llevar al río.

Claramente me voy dando cuenta que pescar apertura y cierre es lo que más me gusta de esta pesca y que todo lo que hay en el medio es un tanto aburrido para mi gusto y dinámica, por lo tanto tendré que volver más sobre esas fechas.

Patagonia, no pasará jamás tanto tiempo sin vernos, perdón, pero no sabes lo lindo que es pescar Dorados y todas las especies que tenemos en nuestra cuenca del Plata; ojala así como te llenaron de truchas hubieran traído los Pike, aunque si seguimos fomentando la sobreprotección de una introducida, ¿con qué criterio nos van a decir que no podemos traerlos…? ¡Besis!

M.M.d.l.C.

6 thoughts on “OTOÑO PATAGÓNICO”

  1. Impecable nota , un gusto y placer compartir río con vos !! La pesca una anécdota… que claramente contaste muy bien

    PD : no importa caña , reel , línea y demás pero porfavor usen buenos anzuelos jaja

  2. He visto con mis propios ojos como patean Percas en el Correntoso y se las llevan para “chupín” pero a las truchas las acarician más que a la toxi para que los deje ir a pescar; si hasta un beso le dan y todo, a la trucha, porque a la toxi “allá la están besando”, mientras ustedes pescan.

    Luis Almirante Brown + Revista Weekend= Matías

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