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LOS CAZAFANTASMAS

Desde hace algunos años, para la fecha de mi natalicio, organizo con un grupito de incondicionales, para irnos una semana a pescar el Alto Paraná Correntino. Los que nacimos en enero, tenemos esa suerte, o esa desgracia: pasar nuestro cumpleaños en otros lugares, por las vacaciones. Cuando era pibe, me tocaba en la Patagonia, en el Pueblo o en alguna playa. Creo que el primer cumpleaños que pasé en la “ciudad” ya era un boludo grande, allá por los veintipico.

Me encanta pasar mi cumple o los días previos pescando, es una especie de mini vacación en uno de los momentos más ásperos de mi laburo. Más que es con amigos.

Si bien el “staff” es bastante fijo, a veces hay alguna rotación de integrantes. Esta vez fueron de la partida Lucho, Pit y Rami, amigos platenses y un Gualeyo infiltrado, que también festeja cumple conmigo todos los veranos pescando.

En el viaje de ida, dos cinéfilos como Pit y Rami venían hablando de cine, actores, etc y uno tira, “es la camioneta de los caza fantasmas esta”. Y ahí arrancó todo…


MANO DE OBRA

Algunos no toman dimensión del trabajo que es tener tu propia embarcación. Más allá de los gastos de mantenimiento, guardería, etc, lleva tiempo y trabajo físico tener todo impecable. Con la dificultad de que no hay muchas personas especializadas en mi zona de pesca y mucho menos de confianza, que yo conozca. Entonces uno tiene que rebuscárselas para todo. Desde hacerle los Service al motor hasta arreglar, modificar o hacer cosas nuevas en casco o tráiler.

Una vez al año toca una repasada completa de todo. Ajustar, engrasar, lavar a fondo. No se deja nada sin mirar. Por suerte cuento con amigos que saben hacer de todo y me dan una mano enorme.

La primera tarde fue exclusivamente de eso, orden y progreso. Mucho trabajo sobre las baterías del eléctrico que siguen dándome un dolor de cabeza, sin una solución definitiva, después de 5 años y de probar de todo. Claramente estos motores NO ESTÁN DISEÑADOS PARA NUESTRA PESCA. Por lo menos para la que hacemos algunos en el APC. Una cosa es estar derivando y corrigiendo apenas al bajar una costa y otra muy diferente es estar a fondo un tiempo largo arriba de ciertas estructuras. Siempre algo colapsa. Siempre algún cable se quema o jode. Siempre una batería se muere.

Y así se nos pasó el día, dedicado exclusivamente a dejar la lancha lista para los días de pesca que se venían.


LA PESCA

Me encanta cuando subo alguna historia en Instagram que estoy en el agua y como enseguida aparecen los “¿cómo está la pesca?, ¿pica algo?, ¿dónde salen?, ¿a qué hora?, yo estaré estos días, tirame algún tip que quiero pescar, ¿conoces a tal guía, es bueno?”.

Más allá de mi predisposición a darle una mano a todos, porque es así, nadie puede venir a decirme que le dejé un mensaje colgado o no sé qué, porque le presto atención a todos y trato, de corazón, de colaborar, pero a veces se pasan. Hay un discurso arraigado entre los pescadores que es la frase más looser del universo: “mejor que pescar es estar pescando”. ¿En serio?. Ojo, tengo amigos, grandes amigos que la dicen y la pregonan. A mi pónganme en la vereda de en frente. Voy a nombrar uno porque lo quiero: José, si estás leyendo esto, no te enojes conmigo. Jamás será mejor para mí estar pescando que pescar. Jamás será mejor para mí pescar cualquier tamaño. Siempre voy a querer pescar y el más grande posible de la especie que estoy pescando. El “estar pescando” no me alcanza. Ojo, tampoco me frustra ir y no pescar nada. Eso tampoco impide que no pueda disfrutar del entorno y de lo que hago y con quienes lo hago, pero no podrá ser mejor nunca el “estar en situación”, que “la situación misma”. Juego de palabras. Pero creo que se entiende. Volviendo… ¿entonces, para qué me preguntan cómo está la pesca si para ustedes es mejor “estar pescando”?

Además, la pesca no es 2+2, las situaciones cambian, las técnicas cambian, el río cambia, los peces cambian. También la experiencia de cada uno. Parafraseando a Heráclito y su famoso aforismo que dice “Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos.”, podríamos adaptarla a que ningún hombre pesca el mismo río dos veces, pues ni el hombre ni el río serán iguales. Yo no me meto con el trabajo de nadie, pero a veces los veo a los guías “paseando” clientes y se me cae la cara de vergüenza ajena. Siguiendo con las frases celebres, hay un dicho Altoparanaense, de un prócer, que reza: “la pesca estaba mala, pero por suerte igual pagan”. No juzgo. No estoy diciendo que les da lo mismo. Simplemente describo una situación. Nada más. Alguno se esforzará más que otro. No tengo dudas.

A mí no me da lo mismo si mis amigos pescan o no, me gasto todo el combustible que exista si tengo que navegar de un lado a otro, pero trato de hacer hasta lo imposible para ponerlos en situaciones picantes. Tengo un compromiso de amistad, de honor con ellos. Yo he tocado los mejores peces de este río, es impresionante lo que pasa dentro de mi cuerpo cuando los tengo, cuando los devuelvo, quisiera que todos ellos puedan experimentarlo, NECESITO que toquen esos peces, que vivan la experiencia.

Después está la parte que tienen que poner ellos. Pescando con mosca es muy difícil tentar grandes Dorados, se tienen que dar TODAS las condiciones posibles y encima hacer las cosas bien. Acá, arriba de mí lancha, se ve quien hizo los deberes de castear durante todo el año y quien no. En el primer cast que no pueden tirar toda la línea con una mosca APC, ya sé que chances reales tienen o no.


EL RÍO, CRECE

Nuestros días estuvieron marcados por la crecida del río, una ola de calor insoportable y clima seco, muy seco para la zona.

Yacyretá trabaja a fondo durante el verano para cubrir la necesidad de energía del país, pero después te quieren vender que las represas “regulan” y “estabilizan” los ríos. Los matan, los destruyen y frenan. El hombre no debe intervenir. Por ahí algunos no están al tanto pero esos meses se volvió a mencionar la posibilidad de una nueva represa en la zona media, ojalá no prospere; de hacerlo, ya saben en qué vereda de la pelea me van a encontrar, aunque me quedan muchas dudas de qué lado estarán muchos de ustedes.

Las lluvias en Brasil y la cuenca Iguazú también ayudaron a que el río suba su nivel. Pero aclaremos, ¿qué es subir?. Lo normal para esta época debiera estar en 3.5/4 metros. Estos días paso de 2.45 metros (es decir un metro abajo de lo normal) a 3.2 metros. Esa diferencia de 80 centímetros desacomoda todo y enturbia el agua. Los peces modifican su conducta hasta que se estabiliza y tenes 3/4 días de pesca bastante difícil.

Además, esos 80 centímetros son en el lugar de medición. Hay lugares que se cargan mucho más de agua debido a las diferencias topográficas del cauce. Por eso vemos que hay piedras y costas que se tapan mucho más que otras.

Andar mucho en el río, en diferentes momentos del año, te ayuda a saber qué puntos se ponen más interesantes según los niveles del agua. No es magia. Tampoco suerte. Es alguito de conocimiento más experiencia. Algunos le ponen un misterio a estas cosas maravilloso.

Las costas tienen poco fruto en general, claramente el estrés hídrico de una bajante histórica que aún sigue dando muestras de no irse del todo y las crecidas repentinas que inundan de golpe, generan cambios en las costas y su vegetación. Información también. De gente con la que uno habla y que se especializa en estas cosas. De chamuyo nunca.

Otro detalle es la falta de “carnada” desde hace un tiempo en el APC. Si bien se estuvo pescando bien durante diciembre y una parte de enero, hace muchos meses que la carnada que suele estar, desapareció. Ya no se ven las costas y bancos repletos de sábalos y tampoco grandes cardumenes de mojarras. Tengo mis teorías, pero como no soy biólogo y cada vez que digo algo en base a la observación y la experiencia en el agua, salta alguno con el libro (de hace 50 años) a querer refutarme desde un escritorio, mejor, me las guardo.

Las crecidas y bajantes son difíciles de controlar cuando uno organiza un viaje de pesca, es decir, ¿vas a cancelar porque subió o bajó?. No es mi caso. Siempre algo aprendo de una u otra y SIEMPRE este río me da alguna sorpresa.

Nunca es fácil, pero veo como cada año en mis ya 7 temporadas Altoparanaenses, la cosa se complica un poco más. Si, 7 años. ¿Ah vos te pensabas que había llegado ayer? Me va a dar algo un día con ustedes, les juro. Además, la cantidad de años tampoco dice nada. Podes estar 20 años pescando el mismo lugar y hacer las cosas mal durante ese tiempo. Así como llegar ayer, hacer todo bien y meter la pesca de tu vida. Hay que ser respetuoso de la experiencia, pero sola no alcanza.


PRIMEROS DÍAS

Los primeros dos días, los dedicamos a reconocer la zona, ver cuales estaban más pescables y que actividad había. Además, y para que se sacaran las ganas, los llevé a unos rinconcitos donde suelo pescar omnívoros menores con mosca y cañas 2/3, de vadeo. Algo maravilloso que no sé da siempre y cuando está yo lo aprovecho. Para algunos es raro, ir al APC a pescar mojarras y pacucitos, pero cuando tienen los primeros piques, se olvidan de los monstruos de dos cifras y se concentran en no perder los de unos pocos gramos, los cuales son un desafío enorme por su velocidad para la toma de la mosca y su pelea con equipos adecuados.

Movimos algunos doradillos, pescando estructuras clásicas con mosca y cada tanto alguno me agarraba el señuelo, ya que mientras dos pescaban con mosca, yo hacía de vez en cuando algunos tiros río arriba, es decir ya pasados, sobre algunas estructuras y les demostraba que a pesar de haber pasado y muy bien dos moscas, muchas veces no les dan pelota, pero si atacan los señuelitos.

Por supuesto no faltaron los piques de omnívoros buenos, pero la poca atención que mis amigos le prestaban a la línea, provocaba la perdida de ese pique y la aceleración de mis pulsaciones. Es terrible, el alma de pescador me hace poner como loco cuando no le dan pelota a la mosca en el agua. El pique puede sobrevenir en cualquier momento y perder el pez de tu vida.

En una de esas pasadas, Pit, tira la mosca contra un huequito maravilloso, que ya cuando uno lo ve, sabe que es pique seguro. La bolita cae, perfecta, no como las anteriores 99 veces, golpea, hace el famoso “plop” y la línea que lentamente comienza a moverse hacia el costado, sútil, casi como quien se escabulle del gallinero de la abuela, luego de mandarse una macana. Al instante mi boca espetá las maravillosas y tiernas palabras: “pique Pit, si no lo clavas te tiro al agua con un corchazo en la rodilla”. Él, al escucharme, vuelve del estado catatónico en el que se encontraba, mirando para otro lado, completamente indiferente a la deriva de su mosca y realiza un movimiento suave de clavada, casi un “NO LOOK” como Montiel a Francia, mientras el Pacú siente el filo del anzuelo sobre su boca y comienza una hermosa pelea que finaliza con el pez dentro del copo. Fotitos rápido, al agua (el pez, Pit todavía no), brindis.

De a ratos, Ramiro ponía alguna de sus pescadoras moscas secas y metía algún tímido Pitá que se asomaba a buscarla. Ya no estaban tan activos como semanas antes, pero aparecían como fantasmas.


A MÍ JUEGO

Luego de varios días, mucha costa recorrida y pocos piques de Dorados buenos, decidimos dedicarle tiempo, del que vale la pena, a un sector del río en el que sabía que estaban los buenos. Pasamos un par de veces, detectamos vida, la altura del agua estaba espectacular y además, por esa conducta suicida que tengo de explorar zonas sin importar el peligro, habíamos pasado por arriba y yo vi con mis propios ojos unos monstruos maravillosos esperando a que les pasara mi señuelo. ¿Por qué no la mosca? Porque no la iban a tomar. Creanme que estos 365 días pescando con muñequitos, aprendí a darme cuenta o a identificar, los momentos en los cuales sirve una cosa o la otra.

Rápidamente comenzaron a aparecer los piques, más de 4 en la primera pasada, sobre los muñecos, a las moscas ni las miraban. Apenas un leve toque y seguramente sin intenciones de morderla, algo que ya expliqué en la guía sobre esta conducta. Y no es que no picaba porque le tiraba el señuelo arriba, señores, a esta altura, imaginen que no le voy a tirar el señuelo encima a nadie, menos a mis amigos. Las moscas pescaban un buen rato solas antes de que Lucho me tire su “dale, pasate el tester, tirá una de esas porong@s tuyas al agua a ver que pasa”, que era la autorización para que empiece a barrer con muñequitos.

Ahora, mover, moves mucho con señuelos, pero clavar es otra historia. Sobre todo cuando muerden mal y no está “firme el pique”, pero aparecieron un Pacú muy lindo que casi me arranca la caña de la mano y un doradillo de 3k, chico.

Más tarde volvimos a pasar, otros piques buenos, doradillos afuera y uno de los momentos más mágicos que me pudo regalar la salida. Ya cuando ven que vos tenes piques y la mosca no, empiezan a dudar de su juramento hipocrático mosquero y tiran un tímido: “che, a ver como es eso”.

Paramos en una costa despejada, esperando un poco a que dejaran de pasarle por encima a la estructura, los montones de lanchas que no se dan cuenta donde está el pescado y van a fondo por arriba; pero además para enseñarles un poco como era el lance del señuelo, los frenos, como recoger, la clavada, etc. No había un solo lugar en donde engancharse, el único posible, pero casi impensado, era una caña tacuara que asomaba MUY ALTO por encima del monte y caía hacia el lado del río. Alta de verdad, no había chance de que algo se trabará ahí. Bastaron dos timidos casteos para que Pit dejara colgado el señuelo de esa caña y desatara la incontrolable risa de Ramiro que estaba llorando, literal, tirado en la plataforma de la lancha. No podíamos creerlo, era una escena maravillosa. Pero lo mejor de todo fue que tiramos varias ideas para descolgarlo, pero, por supuesto, elegimos la peor de todas y ahí quedó la mojarra NG, como bolita de un arbol de navidad en su punta. Ramiro ya no podía ni respirar y Lucho lloraba como un chico. Pit nos tiraba su clásico: “que inmaduros, ¿cómo se van a reir así, cuándo van a crecer”.


ÚLTIMA HORA

Sin un orden cronológico tan estricto, como otras veces, pues escribo estas palabras mientras Pit maneja y estamos pasando por el puente del Río Corriente, la pesca continuó dándonos algunos piques más y para cerrar, lo que Ramiro vino a buscar: Pirá Pitá buenos con sus moscas secas. Tenía identificado unos lugares que suelen tener Pitás grandes, así que le dije que llevara su cañita cinco y se preparara. Bordeando la costa, dandole prioridad siempre a la bolita, pero con la seca llegando a los huecos más propicios para que genere piques, al segundo tiro, la mosca seca desaparece luego del violento ataque de un Pitá y enseguida la bolita de Pit también da otro pescado. Primer doblete de la pasada, que fueron dos o tres más, con algunos lindos. No se iba a ir sin sus pescaditos tomando arriba y dando un espectáculo de saltos y acrobacias.

Pero lo mejor, lo que nunca entiendo porque sucede siempre al último minuto, cuando el juez ya está por decretar el final del encuentro, luego de atravesar una tormenta enorme, con olas y lluvia torrencial, que bajó como 10 grados de golpe la temperatura ambiente, haciendo pasar un señuelo por unas piedras, siento una tomada violenta, lejos, clavada bestial y del otro lado un salto fenomenal, al reflejo de los últimos rayos de sol de la tarde, el color de un pez mágico que nos dejaba a todos en silencio unos segundos y después el “uhhhhh es un pescadazo”. Le pasé el control del eléctrico a Lucho y en modo “El Jefe”, como me han bautizado estos zatrapas en este viaje, comencé a dar ordenes para que nadie estuviera “al cuete” y tengamos una tarea definida para poder levantarlo rápido.

La pelea duró un buen rato, el Dorado estaba bien clavado de la boca, yo tratando de que no salte, que es algo que no me gusta cuando están cerca y los chicos esperando con el copo y la pinza. Doradazo adentro, el festejo entre amigos, señuelo quitado en el agua para luego pesarlo, levantarlo unos segundos para la foto y de nuevo al copo y al agua para que se recupere. El pez se fue super sano, fuerte, enojado, odiándome en su inteligencia animal y yo pensando en volver a encontrarlo pronto.

Antes que se nos fuera el sol, una última pasada, algún pique tímido más y el último Dorado que le tomaba a Pit, quien sorprendido me miró y me dijo “¡uy, picó!”, mientras el Dorado saltaba, desatando mi risa y un “¿qué te dije, qué esperabas, qué no picara?”, por supuesto nunca lo clavó, no sabía ni como hacerlo con una caña de bait.

La noche caía, las luces se empezaban a ver a lo lejos, los muchachos conversando y yo pensando en mi cabecita: ¡Qué lindo es pescar con amigos! Más cuando están dispuestos a seguirme en esta locura de horarios extraños, navegadas maratónicas y cositas poco ortodoxas para seguir CAZANDO FANTASMAS.

M.M.d.l.C.

22 thoughts on “LOS CAZAFANTASMAS”

    1. Debo preparar algo para que me vaya bien. La inevitable sensación de pescar con amigos será siempre la mejor condición.
      Saludos Fantasma

  1. Es la frase consuelo, como cuando eras pebete y a las 4 am no habías chapado en el boliche…
    Nadie en el mundo que haya pescado puede preferir estar pescando en vez de pescar; y cuando sacas uno de los buenos te obsesionas y siempre queres el grandote…viciosos siempre

  2. Leo la parte del señuelo colgado en la caña y sigo riendo jajaja vamos por muchos cumples más amigo que la pacha te siga pagando todo lo que haces por nuestro querido Paraná

    1. Totalmente. Me pasa seguido. Algunos dicen que soy demasiado respetuoso como bajo la velocidad para pasar cerca de donde pescan algunos, incluso si están en el medio del canal de navegación, yo freno. Pero bueno, hay de todo en el río. Abrazo Pela!

  3. Espectacular todo Mati, me quedé manija de saber las teorías respecto de la desaparición de la carnadaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

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